Para el exvicepresidente Alberto Dahik, el revés electoral del domingo no imposibilita al Gobierno, pero sí obliga a un giro: asumir que la Constitución vigente —que, afirma, “no nació de un acuerdo de la sociedad” sino de una imposición en 2008— es el marco con el que el presidente Daniel Noboa debe gobernar y buscar consensos.
En una entrevista con EL UNIVERSO, Dahik sostiene que la derrota debe abrir un proceso de diálogo nacional serio para encarar los problemas estructurales del país. Asimismo, cuenta que votó no a la Constituyente porque, a su juicio, abría escenarios de inestabilidad: desde entregar el control del proceso a una oposición “rabiosa” con capacidad de desestabilizar al Gobierno, hasta instalar una Asamblea Constituyente estéril o incluso provocar una nueva negativa ciudadana.
¿Qué lectura le deja al Gobierno el resultado electoral del pasado domingo?
Debo decir que no es lo inusual que se pierda una consulta. El presidente Gustavo Petro perdió la suya, Gabriel Boric perdió la suya, Guillermo Lasso perdió la suya. En los últimos años se ha visto una fantástica capacidad de los regímenes para perder popularidad y una fantástica capacidad del electrorado de querer soluciones mágicas y rápidas y por lo tanto de lograr desencantarse con mucha facilidad… hay que interpretar esto como un nivel de descontento y que debe motivar no solo al Gobierno, sino a toda la sociedad para que se pueda lograr un diálogo nacional serio que no hemos tenido en muchos años y fijar unas metas, unos objetivos que no estén inmersos en el juego de la política.
Con el resultado electoral del 16 de noviembre se dijo no a cuatro puntos de partida que el Gobierno tenía como ejes para para su mandato, ¿qué margen de gobernabilidad le queda, por ejemplo, al no poder tener la constituyente ni las bases extranjeras?
En primer lugar, son problemas de muchas décadas como los subsidios, problemas que no tienen nada que ver con este Gobierno ni con el anterior… problemas que no dependen de la Constitución. Y por lo tanto, si hay un diálogo con todos los sectores, si se entienden estos problemas y se busca una razonable solución, no van a dejar de hacerse esas cosas porque la Constitución no se haya cambiado. De igual manera en el tema de las bases extranjeras… todo lo que tiene que ver con patrullaje y apoyo al control del narcotráfico, se lo puede hacer en bases ecuatorianas y se lo está haciendo porque hay convenios suscritos con los Estados Unidos que están en funcionamiento… No hay que estar con un pesimismo, el presidente ha demostrado mucha garra, mucha firmeza. Ojalá evalúe bien la situación y no dé su brazo a torcer en la lucha contra la delincuencia.


Si bien usted considera que la gobernabilidad no se vería afectada, ¿cree que políticamente este resultado sí golpea al Gobierno?
Es la primera elección que no le es favorable al presidente y claro que es un revés, pero a veces esos reveses sirven. Son un alto en el camino para meditar, reflexionar y ver si a lo mejor me tengo que ir por otro lado. Y una consulta popular no es ni el inicio ni el fin de ningún gobierno. Ni está limitando esto la capacidad de hacer que pueda tener el Gobierno. De tal suerte que a mí en lo referente a la posibilidad del Gobierno de actuar sí hay un impacto, pero en la Asamblea hay una mayoría que apoya iniciativas del Gobierno y si se dialoga con todos los sectores respecto de los enormes problemas del Ecuador, a lo mejor pueda ser posible obtener consensos para grandes reformas estructurales que son urgentísimas.
Hablando del diálogo, hace un poco se registró un paro, pero en esos días no se vio una intención del Gobierno de ir al diálogo, ¿cree que tras la derrota ahora sí se abra el diálogo?
Yo creo que es algo que se debe meditar mucho por parte del Gobierno y entender que hay momentos en la historia en que se necesita un consenso.
A base de su experiencia política, ¿para dónde enrumbar el país cuando ya se acerca otro proceso electoral como son las seccionales y en medio del discurso de grupos políticos que se atribuyen el triunfo del no?
Yo no quisiera hablar de hacia dónde debe ir el Gobierno, sino hacia dónde debe ir el país. Porque aquí creemos que el Gobierno es el que resuelve todo. No, tome el caso usted de la seguridad social, que tiene una situación dramática, en especial el fondo de pensiones. Lo de la salud es muy visible, pero eso se resuelve con decisiones administrativas. Pero lo del fondo de pensiones es un problema estructural, que obedece a que fundamentalmente hay mucha menos gente aportando a la Seguridad Social de la que se habría se había proyectado hace 30 años. Y hay gente viviendo mucho más de lo que se había proyectado hace 30 años. Y como consecuencia de ello, es imposible que con la actual estructura financiera se puedan pagar pensiones… la solución de eso no es del Gobierno, requiere cambios legales que implican que los partidos políticos, la Asamblea estén de acuerdo y con todos los actores involucrados, esto por poner un ejemplo. Pensemos alguna vez en el rumbo del país y eso requiere diálogo, buscar acuerdos, sentarse desapasionadamente a reconocer que por décadas hemos cometido graves pecados, graves faltas morales, como por ejemplo, haber entregado más de $ 80.000 millones en subsidio a los combustibles, que quiere decir que toda la deuda pública ecuatoriana se ha adquirido para subsidiar. Eso es un pecado social. Eso es una grave falla moral de la sociedad ecuatoriana y como lo han hecho todos los gobiernos. La sociedad ecuatoriana debe entender que hay que serenarse, deponer odios, diferencias y buscar un conjunto de cosas que sean un acuerdo mínimo que se pueden resolver sin cambiar la Constitución y hacer esos cambios y buscar acuerdos también para qué se puede cambiar en la Constitución.
¿Pero cómo hacer que estas enmiendas no se vuelvan plebiscitos de aprobación de un Gobierno?
Si hay una reforma constitucional que surge de la Asamblea, si se va a un referéndum no es el juicio sobre el Gobierno, sino sobre las reformas. Habrá que serenamente ver el futuro.
Usted públicamente ha dicho que votó no para la Constituyente, ¿por qué?
Es simple. Había muchos escenarios y mucha incertidumbre. El primero, que gane estrechamente el sí y luego el Gobierno pierda la elección de asambleístas constituyentes. Se le estaría entregando entonces a una oposición muy rabiosa, con muchos resentimientos, con mucho deseo de venganza, el control de un órgano pleno y potenciario con todos los poderes que podría, por ejemplo, declarar que anticipa elecciones presidenciales y tumbar al Gobierno. Abrir esa posibilidad para mí era inadmisible. Y es que no era una posibilidad de uno en 100. Hoy vemos, luego de la consulta, que lo más probable si había una elección de asambleístas constituyentes, lo más probable es que partidos y movimientos opuestos al Gobierno capten la mayoría. Cómo poder darle esa opción al país de una desestabilización brutal. Pero había otra opción, que ganase el sí y que además el presidente lograra una escuálida mayoría, similar a la que tiene hoy en la Asamblea Nacional, ahí el estatuto decía que se requerían las dos terceras partes. Y si no había un acuerdo previo entre la sociedad para llamar a un cambio de la Constitución cómo iba a ser esa mayoría de dos terceras partes. Siendo así, el sí casi que garantizaba una constituyente estéril. Y finalmente podía existir el más doloroso escenario que aprobándose algunas cosas en las cuales se pudiese llegar a una acuerdo, el pueblo la niegue. Ante esas posibilidades reales, lo lógico para defender al Gobierno era votar no e impedir estos riesgos, sobre todo el riesgo de un control de la asamblea constituyente por parte de una oposición que habría ido a matar al Gobierno.
¿Cree que esta posibilidad de que la oposición pueda haber tomado el control de esta constituyente tenía que ver con el estatuto y la composición?
No. El riesgo de las potenciales consecuencias de un triunfo de la oposición no depende del estatuto. Depende de lo que la historia ecuatoriana ha visto siempre. Llegaba la asamblea constituyente y se autoproclama con poderes plenos y para eso se necesitaba mayoría simple. La constituyente se debía o se debe convocar cuando la sociedad ecuatoriana vea que todos los partidos y sectores políticos y sectores sociales han logrado en la sociedad un acuerdo sobre los temas que se van a cambiar y la ciudadanía percibe entonces que esa Constituyente va con un propósito definido, que han acordado ante la opinión pública todos los sectores… yo estoy feliz de que el presidente ya no tenga ese problema en la cabeza y pueda concentrarse con la asamblea y toda la sociedad en buscar soluciones a los problemas.
¿Cree que eso faltó, tener una propuesta clara de para qué se planteaba una constituyente?
Por supuesto. Eso era básico para mí. Más allá de los riesgos, sí me parece básico que una sociedad a la cual se la invita a cambiar su carta fundamental, conozca cuáles son los cambios propuestos y en una manera bastante específica, por ejemplo el Consejo de Participación Ciudadana, que se planteaba ¿se lo va a eliminar o a limitar? No se sabía. Otro grave problema con el excesivo poder de la Corte Constitucional, que se pensaba para ese organismo, no lo sabíamos.
FUENTE: EL UNIVERSO