Problemas en el desarrollo en la gestación y error en la manipulación del recién nacido son algunos de las causas, de acuerdo con especialistas.
La muerte de doce neonatos en el hospital Universitario de Guayaquil en el mes de julio ha conmocionado. Esta casa de salud explicó que se trató de causas multifactoriales, como estados clínicos complicados por nacimientos prematuros, muy prematuros y dos atribuidos a una infección por Klebsiella Pneumoniae.
Pero el ministro de Salud, Jimmy Martin, al comparecer este miércoles en la Comisión de Salud de la Asamblea Nacional, aseguró que fue por un brote epidemiológico. “Puede suceder en cualquier unidad de cuidados intensivos de cualquier institución”, señaló.
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Solo de enero al 7 agosto de 2025 se han registrado 624 muertes neonatales en los hospitales de la red de salud pública, de las cuales 171 son por inmaturidad extrema, 54 por malformación congénita y 48 por sepsis bacteriana del recién nacido.
Esta cifra es igual de alta que la registrada en 2024 también por el MSP en egresos hospitalarios. En este caso hubo 669 fallecimientos de niños menores a 1 año (se incluye a los neonatos, que son bebés de hasta 28 días de vida).
Además, 474 murieron en 48 horas y más, y 195 antes de ese tiempo. Esto ocurrió en 126 establecimientos de salud. La mayoría fueron niños (384).
Antes de 2024, la estadística de fallecimientos de niños menores a 1 año fue aún más alta. En 2023 se registraron 1.472 muertes, en 2022 fueron 1.641, para 2021 fueron 1.446 y en 2020, en la pandemia, fueron 1.552. Suman un total de 6.780 entre el 2020 y 2024.
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Y si a esto le sumamos las 624 muertes neonatales del 2025, contabilizan 7.404 fallecimientos en cinco años tanto de neonatales como menores a 1 año de vida.
Estos datos también revelan que 2022 es hasta ahora el año más alto en mortalidad comparando los últimos periodos mencionados. Y los infantes de sexo masculino siguen siendo los que más fallecen.
“Si la cifra de mortalidad infantil (es decir, menores de 1 año) es casi igual (669) a la neonatal (624), significa que el mayor peso del problema está en el primer mes de vida”, afirma Vinicio Andrade, docente de la escuela de Medicina de la Universidad Internacional del Ecuador (UIDE).
Y menciona que es difícil reducir esta mortalidad neonatal que se genera por distintos factores dependientes de la madre, del recién nacido y del medioambiente.
“Se requieren políticas sanitarias adecuadas para la atención de salud de la embarazada, para prevenir y tratar enfermedades como preeclampsia o diabetes gestacional o malnutrición materna; una inversión muy importante en infraestructura de atención neonatal sobre todo en nuestro país con tasas altas de prematurez y peso bajo al nacer”, argumenta.
Error en la manipulación del recién nacido
El epidemiólogo Pablo Espinosa detalla algunos factores intrínsecos y extrínsecos para que ocurra el fallecimiento de bebés.
Estos son malformaciones genéticas, problemas en el desarrollo en la gestación, mala nutrición de la madre en el desarrollo del feto.

“Y las extrínsecas son principalmente infecciones microbianas al momento de nacer, cuando la madre por alguna infección de vías urinarias contagia al recién nacido y complica su alumbramiento, demora en el proceso de parto, errores en la manipulación del recién nacido por el personal de salud, falta de higiene o insumos médicos para la hospitalización del neonato», comenta Espinosa y añade que todas son prevenibles cuando hay un sistema de salud robusto y en acción.
Sepsis bacteriana
El Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), en su informe de defunciones generales del 2023, tiene a la sepsis bacteriana del recién nacido como la segunda causa de muerte en menores de 0 a 4 años en hospitales del MSP, IESS, privados con y sin fines de lucro.
Que en ese año fueron 247 y 413 por dificultad respiratoria, que es la primera causa. El INEC aún no tiene la cifra del 2024 y, según su calendario estadístico, prevé publicarla el septiembre de 2025.
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Andrade indica que, efectivamente, un niño prematuro tiene su sistema inmunológico inmaduro y por lo tanto su capacidad para protegerse de las infecciones es menos eficaz que la de un niño nacido sobre las 36 semanas de gestación.
“Las bacterias que infectan a estos niños pueden contraerse desde la madre (una infección durante el embarazo o el parto) o en el hospital. Un adecuado control de la embarazada y el diagnóstico y tratamiento oportunos de infecciones prenatales podrían prevenir afectación del niño por nacer”, explica.
En tanto, Espinosa indica que si una bacteria ingresa al interior de un neonato genera infecciones de tipo IAAS (infecciones asociadas a la atención sanitaria) en el hospital y el tratamiento farmacológico es difícil.
Esto es porque la administración de antibióticos es compleja para bacterias resistentes que requieren medicamentos de mayor espectro, y porque desarrollan efectos secundarios, dice.
Espinosa menciona que esto se evita con las normas de higiene de manos para el personal de salud y familiares del naonato. “Cuando estas normas no se cumplen se generan infecciones de este tipo que pueden llevar a brotes en áreas de los hospitales y probables muertes de recién nacidos, por lo cual es vital la vigilancia activa de IAAS”, apunta.
Recomendaciones
Andrade comparte algunas sugerencias para el cuidado del bebé antes y luego de nacer.
Durante el embarazo:
- Iniciar control del embarazo antes de la semana 12. Luego acudir cumplidamente a las consultas programadas.
- Adecuada alimentación a la madre.
- Evitar alcohol, cigarrillo, drogas.
- Detectar y tratar infecciones en el embarazo.
- Recibir las vacunas adecuadas para la embarazada.
Cuando nace el bebé:
- Es fundamental que el bebé sea alimentado con lactancia materna exclusiva (al menos por los primeros 6 meses).
- Evitar visitas numerosas o contacto con personas enfermas.
- Recibir las vacunas BCG y de hepatitis B en los primeros días de vida
- Dormir boca arriba y en superficie firme para prevenir muerte súbita.
- Recibir información para acudir de inmediato ante señales de peligro, como fiebre, dificultad respiratoria, coloración amarillenta de ojos y piel o rechazo de alimento, entre otras. (I)
Fuente:El Universo